
(Traducción de Gonzalo Soaje, gonzalosoaje@ignaciocarreraediciones.cl)
Volviendo a las democracias liberales contra el orden liberal
La intensidad de este problema dependerá de cuánto poder e influencia ejerzan las instituciones relevantes sobre sus Estados miembros. Por supuesto, las instituciones que conforman un orden mundial liberal están diseñadas para tener un efecto profundo en el comportamiento de sus Estados miembros. Esta influencia institucional inevitablemente genera preocupaciones sobre un “déficit democrático”. Los votantes de esos países llegan a pensar que los burócratas distantes que toman decisiones que les importan mucho son inaccesibles e irresponsables.
Hay pruebas claras de este fenómeno en juego en toda Europa. (60) Considérese el voto de 2016 a favor del Brexit. Dado el enorme impacto que tiene la UE en las políticas de sus miembros, no sorprende que una de las principales razones por las que la mayoría de los ciudadanos británicos votaron a favor del Brexit es porque pensaban que su país había cedido demasiada autoridad a Bruselas y que era hora de reafirmar la soberanía británica. En particular, muchos británicos creían que Gran Bretaña había perdido el control de su política económica, lo que estaba socavando la responsabilidad democrática. (61) Los burócratas de la UE en Bruselas, que no fueron elegidos por los británicos, fueron vistos como los arquitectos clave de la política económica británica y también de otras políticas. Así, los autores de un importante estudio sobre el Brexit escriben: “Recuperar la soberanía —recuperar el control— fue un tema principal en el referéndum de 2016”. (62)
Los temores en Occidente sobre la entrega de la soberanía no se limitaron a la UE. Como señala Robert Kuttner, con el florecimiento de la hiperglobalización en la década de 1990, el FMI y el Banco Mundial “mutaron hacia roles opuestos a los imaginados en Bretton Woods. Se convirtieron en instrumentos para la aplicación del laissez faire clásico como principio rector universal”. (63) Como era de esperar, las preocupaciones sobre la soberanía han jugado un papel importante en la política estadounidense reciente. En particular, Trump se postuló para presidente en una plataforma que enfatizaba “Estados Unidos primero” y criticó duramente a todas las instituciones clave que conforman el orden internacional liberal, incluida la UE, el FMI y el Banco Mundial. (64)
El orden internacional liberal también adopta políticas que chocan con la identidad nacional, que es muy importante para las personas de todo el mundo, incluidas las de Estados Unidos y Europa Occidental. (65) En esencia, el liberalismo es una ideología individualista que otorga gran importancia al concepto de derechos inalienables. Esta creencia, que dice que cada individuo en la Tierra tiene el mismo conjunto de derechos básicos, es lo que sustenta la dimensión universalista del liberalismo. Esta perspectiva universalista o transnacional contrasta marcadamente con el profundo particularismo del nacionalismo, que se basa en la creencia de que el mundo está dividido en naciones discretas, cada una con su propia cultura. La mejor manera de preservar esa cultura es tener un Estado propio, para que la nación pueda sobrevivir frente a las amenazas del “otro”. (66)
Dado el énfasis del liberalismo en las personas con igualdad de derechos, junto con su tendencia a minimizar, si no ignorar, la identidad nacional, no sorprende que el orden internacional liberal enfatice que los países deben aceptar axiomáticamente a los refugiados que buscan asilo y que las personas deben encontrar pocos obstáculos para trasladarse de una nación-Estado a otra por motivos económicos o de otro tipo. El ejemplo paradigmático de esta política es el Acuerdo de Schengen de la UE, que ha eliminado en gran medida las fronteras entre la mayoría de los Estados miembros de esa institución. Además, la UE está profundamente comprometida en principio con abrir sus puertas a los refugiados que huyen de lugares conflictivos.
En un mundo donde la identidad nacional es muy importante, mezclar diferentes pueblos, que es lo que sucede cuando hay fronteras abiertas y políticas de refugiados amplias, suele ser una receta para problemas serios. Parece claro, por ejemplo, que la inmigración fue la razón principal por la que los votantes británicos apoyaron el Brexit. Estaban especialmente descontentos de que las personas de Europa del Este usaran la política de fronteras abiertas de la UE para emigrar fácilmente a Gran Bretaña. (67) Gran Bretaña no es una excepción en este sentido, ya que el sentimiento antiinmigrante está muy extendido en Europa y alimenta la hostilidad hacia la UE. (68) La gran cantidad de refugiados del Gran Medio Oriente que comenzaron a llegar a Europa en 2015 ciertamente no han recibido el tipo de bienvenida que uno esperaría de los Estados que están en el centro del orden internacional liberal. De hecho, ha habido una enorme resistencia a aceptar a esos refugiados, especialmente en Europa del Este, pero también en Alemania, donde la canciller Merkel se perjudicó políticamente al recibirlos inicialmente. Este problema sobre las fronteras abiertas y los refugiados no solo ha puesto en duda el compromiso de la UE con los valores liberales, sino que también ha creado divisiones entre los Estados miembros, divisiones que han sacudido los cimientos de esa venerable institución.
La desventaja de la hiperglobalización
El fuerte crecimiento de las relaciones económicas que ha venido con el establecimiento del orden internacional liberal ha ayudado a causar problemas económicos significativos dentro de los Estados liberales en el sistema. Estos problemas, a su vez, han generado una resistencia política sustancial a ese orden. Cuando eso sucede en una democracia, es probable que el público se vuelva contra las élites liberales y elija líderes que apoyen políticas que están en desacuerdo con los principios liberales.
La economía internacional contemporánea está altamente integrada y es notablemente dinámica. El cambio ocurre a gran velocidad y los principales acontecimientos en un país invariablemente tienen efectos significativos en otros países. Este sistema abierto ha tenido beneficios considerables. Ha llevado a un crecimiento impresionante a nivel mundial, ayudó a sacar a muchos millones de personas de la pobreza en países como China e India, y proporcionó enormes beneficios económicos para las personas más ricas del mundo. Al mismo tiempo, ha causado grandes problemas que los gobiernos no están preparados para solucionar, al menos si juegan de acuerdo con las reglas del orden mundial liberal. La mejor manera de entender este fenómeno es comparar la hiperglobalización actual con la globalización moderada que se obtuvo bajo el consenso de Bretton Woods desde 1945 hasta finales de los años ochenta.
El consenso de Bretton Woods fue diseñado para facilitar una economía internacional abierta, pero solo hasta cierto punto. (70) Había, por ejemplo, límites significativos en los flujos de capital a través de las fronteras estatales. Y aunque el GATT fue diseñado para acelerar el comercio internacional, los gobiernos tenían un margen de maniobra considerable para adoptar políticas proteccionistas cuando les interesaba hacerlo. En efecto, los gobiernos pudieron aplicar políticas que no solo facilitaron la prosperidad, sino que también protegieron a sus ciudadanos de los caprichos del mercado. John Ruggie se refiere a esta relación entre los mercados y los gobiernos como “liberalismo arraigado”. (71) El consenso de Bretton Woods funcionó bien durante más de cuatro décadas, aunque sus días estaban contados a fines de la década de 1980.
La hiperglobalización, que comenzó a cobrar fuerza en la década de 1980 y se aceleró después de la Guerra Fría, anuló efectivamente el consenso de Bretton Woods. El nuevo orden, creado en gran parte por políticos occidentales, fue diseñado para reducir en gran medida la regulación de los mercados globales eliminando los controles sobre los flujos de capital y reemplazando el GATT por la OMC. Esta nueva organización comercial, que comenzó a operar en 1995, tenía como objetivo abrir mercados en todo el mundo y dificultar especialmente que los gobiernos aplicaran políticas proteccionistas. “Cualquier obstáculo al libre comercio”, como señala Dani Rodrik, era visto “como una abominación que había que eliminar”. (72) En esencia, casi cualquier tipo de interferencia gubernamental en el funcionamiento de la economía mundial se consideraba perjudicial para el orden internacional liberal. Para citar nuevamente a Rodrik, “El Estado pasó de ser el servidor del crecimiento económico al principal obstáculo que lo bloqueaba”. (73)
La hiperglobalización y sus descontentos
La hiperglobalización ha causado una serie de problemas económicos importantes que han trabajado para socavar la legitimidad del orden mundial liberal en los Estados que forman el núcleo de ese sistema. Para empezar, muchos trabajos en sectores particulares de la economía de un país desaparecen rápidamente como resultado de la subcontratación, dejando sin empleo a un gran número de personas. (74) A veces, regiones enteras ven destruida su base económica tradicional. A menudo es difícil para los desempleados, muchos de los cuales son trabajadores no calificados con poca movilidad, encontrar trabajos bien remunerados o cualquier trabajo. (75) E incluso si encuentran buenos trabajos, siempre existe la posibilidad de que los vuelvan a perder, dada la “destrucción creativa” que conlleva la hiperglobalización. Incluso las personas que no han perdido sus trabajos se preocupan de que algún día puedan perderlos. En resumen, el dinamismo inherente a la economía mundial no solo amenaza los puestos de trabajo, sino que también fomenta una aguda sensación de incertidumbre sobre el futuro entre personas en todas partes.
Además, la hiperglobalización ha hecho poco para elevar los niveles de ingresos reales de las clases media y baja en el Occidente liberal. Al mismo tiempo, ha aumentado considerablemente los salarios y la riqueza de las clases altas. (76) El resultado es una asombrosa desigualdad económica en casi todas partes, que muestra pocas señales de disminuir. (77) De hecho, parece probable que el problema esté empeorando. (78) Bajo el consenso de Bretton Woods, los gobiernos estaban en una buena posición para enfrentar problemas de este tipo mediante el diseño de políticas fiscales redistributivas, programas de capacitación para los trabajadores y generosas prestaciones sociales. Pero en el orden internacional liberal, la solución a casi todos los problemas es dejar que el mercado se ocupe de ellos, no los gobiernos, que se consideran más una responsabilidad que un activo para hacer que la economía global funcione sin problemas. En la medida en que se necesitan reglas para facilitar el buen funcionamiento de la economía global, creen que es mejor confiar en las instituciones internacionales que en los gobiernos.
Los mercados, por supuesto, no pueden solucionar estos problemas; de hecho, ayudaron a causarlos en primer lugar y es probable que los empeoren en ausencia de políticas diseñadas por los Estados para proteger a sus ciudadanos. Como era de esperar, estos problemas enconados han llevado a una insatisfacción generalizada con el orden internacional liberal y un sentimiento creciente de que los gobiernos adopten políticas económicas proteccionistas, lo que socavaría el sistema actual. Trump aprovechó esta hostilidad hacia el orden existente en la campaña presidencial de 2016 no solo criticando a las instituciones internacionales, sino también defendiendo la aplicación de políticas económicas proteccionistas. Hizo hincapié en la importancia de proteger a los trabajadores estadounidenses por encima de todo. Tanto en las primarias republicanas como en las elecciones generales, venció a contrincantes que defendían el orden liberal internacional y criticaban el proteccionismo. (79) Desde que asumió la presidencia, Trump se movió en una dirección decididamente proteccionista. En última instancia, cuando los mercados chocan con los intereses profundamente arraigados de un gran número de ciudadanos de un país, su política evolucionará de manera que socavará el orden internacional liberal.
Hay otro problema importante que viene con la hiperglobalización. La facilidad y velocidad con la que el capital fluye a través de las fronteras, junto con el énfasis que el orden mundial liberal pone en la desregulación gubernamental, hacen que este orden sea propenso a crisis económicas a gran escala en determinados países o regiones, o incluso en todo el mundo. “Los períodos de alta movilidad internacional del capital”, escriben Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, “han producido repetidamente crisis bancarias internacionales”. (80) De hecho, ha habido una serie de crisis desde que la hiperglobalización comenzó a echar raíces a fines de la década de 1980. (81) Las más importantes fueron la crisis financiera asiática de 1997-1998, que estuvo peligrosamente cerca de extenderse por todo el mundo, y la crisis financiera mundial de 2007-08, que fue el colapso económico más grave desde la Gran Depresión de la década de 1930 e hizo mucho para deslegitimar el orden internacional liberal en Occidente. (82) Dada la continua movilidad del capital, es probable que ocurran más crisis de este tipo, lo que debilitará aún más el orden actual y tal vez incluso lo derrumbe.
Se imponen algunas palabras con respecto al euro, que es una característica clave del orden internacional liberal, aunque sea parte de una institución estrictamente europea. (83) Cuando se estableció esa moneda en 1999, representó un gran paso adelante en la promoción de la unión monetaria entre los Estados miembros, aunque no había unión fiscal ni política para ayudar a apuntalar el euro. Los críticos de la época predijeron que, sin la unión fiscal y política, el euro acabaría plagado de problemas importantes. (84) Muchos defensores reconocieron el problema, pero pensaron que la unión monetaria finalmente conduciría a la unión en los tres frentes, eliminando así el problema. Pero eso no sucedió, y el euro se encontró con su primera gran crisis en 2009, que produjo no solo problemas económicos, sino también políticos. La crisis y los subsiguientes intentos de resolverla sacaron a la superficie en Europa un sentimiento nacionalista muy duro.
La UE tuvo grandes dificultades para lidiar con la crisis de la eurozona, pero los problemas finalmente se resolvieron mediante rescates masivos de instituciones como el Banco Central Europeo y el gobierno de EE. UU., aunque no antes de que se causara un daño político significativo a la UE. Sin embargo, lo que es más importante, la UE no ha hecho un movimiento significativo hacia la unión fiscal y política, lo que significa que la solución es temporal y que es probable que haya más crisis en los próximos años, lo que socavará aún más no solo a la UE, sino también al orden internacional liberal en general.
El ascenso de China
Existe un problema adicional vinculado a la hiperglobalización que poco tiene que ver con la creciente oposición política al orden internacional en los países liberales y todo que ver con el equilibrio de poder global. Hasta que Trump llegó al poder en 2017, las élites occidentales, de acuerdo con su política posterior a la Guerra Fría de involucrar a China, no contenerla, estaban profundamente comprometidas con la integración de Pekín en la economía mundial, incluidas todas sus instituciones económicas clave. Asumieron que una China cada vez más próspera y rica eventualmente se convertiría en una democracia liberal y en un miembro destacado del orden internacional liberal.
Sin embargo, lo que los arquitectos de esa política no se dieron cuenta es que, al ayudar a acelerar el crecimiento chino, en realidad estaban ayudando a socavar el orden liberal, ya que China se ha convertido rápidamente en una potencia económica con una capacidad militar significativa. En efecto, han ayudado a China a convertirse en una gran potencia, socavando así la unipolaridad, que es esencial para mantener un orden mundial liberal. Este problema se ha visto agravado por el resurgimiento de Rusia, que vuelve a ser una gran potencia, aunque claramente débil. Con el ascenso de China y el regreso de Rusia, el sistema internacional se ha vuelto multipolar, lo que es una sentencia de muerte para el orden internacional liberal. Para empeorar las cosas, ni China ni Rusia se han convertido en una democracia liberal.
Incluso si China y Rusia no se hubieran convertido en grandes potencias y el mundo siguiera siendo unipolar, el orden liberal todavía se estaría desmoronando debido a sus fallas intrínsecas. La elección de Donald Trump, quien criticó aguda y frecuentemente todos los elementos clave del orden posterior a la Guerra Fría durante su campaña presidencial, es evidencia de los problemas que había en 2016. Por lo tanto, si el sistema internacional hubiera permanecido unipolar, el orden mundial liberal se habría convertido en un orden agnóstico bajo el presidente Trump, ya que los órdenes realistas no tienen cabida en la unipolaridad. Ciertamente, no hay evidencia de que estuviese comprometido con remodelar el orden liberal existente. De hecho, parecía empeñado en destruirlo. Con o sin China, el orden internacional liberal estaba destinado al fracaso, porque tenía fallas fatales al nacer.
Resumen
Los diversos procesos causales descritos anteriormente han jugado un papel importante en la subversión del orden internacional liberal. Aunque cada uno tiene una lógica distinta, a menudo han operado sinérgicamente. Por ejemplo, los efectos negativos de la hiperglobalización en las clases media y baja se han combinado con el resentimiento nacionalista por la inmigración y la sensación de pérdida de soberanía para alimentar una fuerte reacción populista contra los principios y prácticas del orden liberal. De hecho, esa ira a menudo se ha dirigido a las élites liberales que se han beneficiado del orden y que lo defienden vigorosamente. Ese resentimiento, por supuesto, ha tenido importantes consecuencias políticas. Ha causado profundas divisiones políticas en Estados Unidos y otras democracias occidentales, condujo al Brexit, ayudó a poner a Trump en la Casa Blanca, y generó apoyo a líderes nacionalistas alrededor del mundo.
¿A donde vamos?
Se podría reconocer que el orden internacional liberal está en declive terminal, pero argumentar que puede ser reemplazado por una versión más pragmática, una que evite los excesos del orden posterior a la Guerra Fría. (85) Este orden liberal más modesto buscaría un enfoque más matizado y menos agresivo para difundir la democracia liberal, controlar la hiperglobalización y poner algunos límites significativos al poder de las instituciones internacionales. El nuevo orden, según esta perspectiva, se parecería al orden occidental durante la Guerra Fría, aunque sería global y liberal, no acotado y realista.
Sin embargo, esta solución no es factible porque el momento unipolar ha terminado, lo que significa que no hay posibilidad de mantener ningún tipo de orden internacional liberal en el futuro previsible. Incluso si el sistema internacional siguiera siendo unipolar, Estados Unidos fracasaría si moderara sus aspiraciones e intentara construir un orden liberal menos ambicioso. De hecho, terminaría construyendo un orden internacional agnóstico en su lugar.
Es imposible construir un orden global liberal significativo con políticas modestas o más pasivas. La empresa requiere demasiada ingeniería social en demasiados lugares. Si tiene alguna posibilidad de éxito (creo que no tiene ninguna), el unipolo liberal y sus aliados deben perseguir implacablemente políticas globales muy ambiciosas, razón por la cual Estados Unidos y sus socios liberales actuaron como lo hicieron tras la Guerra Fría. Ese enfoque, sin embargo, ahora es políticamente inviable debido a los fracasos del pasado. En consecuencia, las democracias liberales no tienen más remedio que dar pequeños pasos aquí y allá para rehacer el mundo a su propia imagen, mientras adoptan un enfoque de vivir y dejar vivir hacia la mayoría de los países del mundo. Ese enfoque humilde produciría efectivamente un orden agnóstico. Pero eso no va a pasar, porque el sistema es multipolar y la política de las grandes potencias vuelve a estar en juego. Por lo tanto, la pregunta clave es: ¿Qué tipo de órdenes realistas dominarán el paisaje en el nuevo mundo multipolar?
Los nuevos órdenes realistas
Es probable que haya tres órdenes realistas diferentes en el futuro previsible: un orden internacional fino y dos órdenes delimitados gruesos, uno liderado por China y el otro por Estados Unidos. El débil orden internacional emergente se ocupará principalmente de supervisar los acuerdos de control de armas y hacer que la economía global funcione de manera eficiente. También es probable que preste más atención que en el pasado a los problemas relacionados con el cambio climático. En esencia, las instituciones que componen el orden internacional se centrarán en facilitar la cooperación interestatal. Los dos órdenes limitados, en cambio, se ocuparán principalmente de librar una competencia de seguridad entre sí, aunque eso requerirá promover la cooperación entre los miembros de cada orden.
Dos características clave del nuevo mundo multipolar moldearán profundamente los órdenes emergentes. En primer lugar, suponiendo que China continúe con su impresionante ascenso, se verá envuelta en una intensa competencia de seguridad con Estados Unidos que será la característica central de la política internacional a lo largo del siglo XXI. Esa rivalidad conducirá a la creación de órdenes acotados dominados por China y Estados Unidos. Las alianzas militares serán componentes centrales de esos dos órdenes, que ahora están comenzando a formarse y se parecerán a los órdenes liderados por los soviéticos y los estadounidenses en la Guerra Fría.
Sin embargo, Pekín y Washington a veces tendrán razones para cooperar en cuestiones militares seleccionadas, un esfuerzo que estará dentro del ámbito del orden internacional, como sucedió durante la Guerra Fría. Una vez más, la atención se centrará principalmente en los acuerdos de control de armas e involucrará a Rusia, así como a China y Estados Unidos. Es probable que los tratados y acuerdos existentes relacionados con la proliferación permanezcan vigentes, porque las tres grandes potencias querrán limitar la proliferación de armas nucleares. Pero Pekín, Moscú y Washington tendrán que negociar nuevos tratados que limiten sus arsenales, como hicieron las superpotencias durante la Guerra Fría. (86) Sin embargo, los órdenes limitados liderados por EE. UU. y China serán en gran medida responsables de tratar los asuntos centrales de seguridad.
En materia militar, los tres órdenes emergentes construidos en torno a la rivalidad entre Estados Unidos y China deberían tener un marcado parecido con los tres órdenes de la Guerra Fría, aunque con China ocupando el lugar de la Unión Soviética.
Sin embargo, tales paralelos no existen en el ámbito económico. Hubo pocas relaciones económicas entre las superpotencias o sus órdenes respectivos durante la mayor parte de la Guerra Fría. Por lo tanto, el orden internacional existente no se preocupó de manera significativa por facilitar las relaciones económicas entre las dos partes. Los tratos económicos se limitaron en gran medida a los órdenes limitados, y allí el objetivo principal era seguir políticas que ayudaran a obtener ventaja sobre el otro lado. Debido a que el poder económico apuntala el poder militar, la competencia por la seguridad se llevó a cabo tanto en el ámbito económico como en el militar.
Cooperación y rivalidad económica
La situación en el frente económico es muy diferente hoy de lo que era en la Guerra Fría, lo que lleva a la segunda característica importante de la nueva multipolaridad que dará forma a los órdenes incipientes. Hay una gran cantidad de relaciones económicas entre China y Estados Unidos, y entre China y los aliados de Estados Unidos en el Este de Asia. China y Estados Unidos también comercian e invierten en todo el mundo. Es poco probable que la competencia de seguridad entre los dos órdenes acotados reduzca notablemente esos flujos económicos. (87) Las ganancias del comercio continuo son demasiado grandes. Incluso si Estados Unidos intenta limitar su comercio con China, Pekín puede compensar aumentando su comercio con otros socios, como Europa. En otras palabras, es probable que el futuro se asemeje a la situación en Europa antes de la Primera Guerra Mundial, donde había una intensa competencia en seguridad entre la Triple Alianza (Austria-Hungría, Alemania e Italia) y la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia), pero una enorme cantidad de interacción económica entre esos seis países y dentro de Europa en general.
Debido a que la economía mundial seguirá siendo altamente interdependiente, el orden internacional emergente desempeñará un papel fundamental en la gestión de las relaciones económicas entre países de todo el mundo. Aunque China tiene un profundo interés en ayudar al orden a facilitar la cooperación económica, ejercerá su creciente poder para remodelar el nuevo orden internacional en su beneficio. Buscará reescribir las reglas en las instituciones económicas actuales del orden para darle más influencia, y creará nuevas instituciones que reflejen su poder creciente. (88) Un ejemplo destacado de este último enfoque es el establecimiento por parte de Pekín del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura en 2015, que algunos observadores ven como un rival potencial del FMI y el Banco Mundial. Por supuesto, esta situación es fundamentalmente diferente de cómo se comportó la Unión Soviética durante la Guerra Fría.
Sin embargo, ese no es el final de la historia económica, ya que seguramente habrá una intensa rivalidad económica entre los dos órdenes acotados que tiene lugar dentro del contexto más amplio de cooperación económica continua a nivel global. (89) Esta competencia será impulsada en buena parte por preocupaciones de seguridad. El poderío económico, después de todo, es la base del poderío militar, lo que significa que China tiene un poderoso incentivo estratégico de ser la economía dominante en el mundo, que es su objetivo. “Hecho en China 2025”, por ejemplo, es el plan de Pekín para dominar los mercados globales en una amplia gama de productos de alta tecnología. La estrategia de China es otorgar grandes subsidios gubernamentales a las empresas estatales y complementar su investigación con tecnología robada a empresas estadounidenses y occidentales. (90) China también está utilizando su creciente poder económico para obligar a sus vecinos en el este de Asia a ponerse del lado de Pekín por sobre Washington. (91)
Estados Unidos, por supuesto, luchará contra China, no solo por razones relacionadas con la seguridad, sino también porque la comunidad empresarial estadounidense no quiere perder ante China. (92) Las duras políticas económicas de la administración Trump hacia China son solo el comienzo de lo que promete ser una rivalidad intensa y duradera entre los órdenes liderados por Estados Unidos y China. (93) Estados Unidos, por ejemplo, seguramente tratará de limitar la transferencia a China de tecnologías de doble uso: tecnologías civiles sofisticadas que pueden usarse con fines militares. También intentará gestionar su comercio e inversión con China, así como el de sus propios aliados, de manera que no erosione su posición en el equilibrio de poder y, con suerte, lo mejore.
Los dos órdenes acotados, que están comenzando a formarse, incluirán instituciones que tienen como objetivo fomentar la cooperación económica entre sus miembros, mientras buscan obtener una ventaja económica sobre el orden rival. La administración Obama, por ejemplo, diseñó explícitamente el AcuerdoTranspacífico de Cooperación Económica para este propósito, aunque Trump se retiró de él después de convertirse en presidente. La iniciativa altamente ambiciosa de la Franja y la Ruta de China, que se lanzó en 2013, está diseñada no solo para ayudar a Pekín a mantener su impresionante crecimiento económico, sino también para proyectar el poder político y militar chino en todo el mundo. Y debido a que Estados Unidos se negó a unirse al Banco Asiático de Desarrollo en Infraestructura, es probable que esa impresionante institución se convierta en una parte central del orden acotado liderado por China.
En resumen, la rivalidad entre los órdenes acotados liderados por China y EE. UU. implicará una competencia económica y militar a toda velocidad, como fue el caso de los órdenes acotados dominados por Moscú y Washington durante la Guerra Fría. (94) La gran diferencia esta vez es que el orden internacional estará profundamente involucrado en la gestión de los aspectos cooperativos de la economía global, lo que no fue el caso durante la Guerra Fría. (95)
Rusia y Europa
¿Qué pasa con Rusia? Sin duda es una gran potencia, por eso el mundo emergente es multipolar, no bipolar. Pero será, con mucho, la más débil de las tres grandes potencias en el futuro previsible, a menos que la economía estadounidense o china enfrente problemas importantes a largo plazo. La pregunta clave con respecto a Rusia es: ¿De qué lado se pondrá, de hacerlo, en la rivalidad entre Estados Unidos y China? Aunque Rusia ahora está alineada con China, es probable que cambie de bando con el tiempo y se alíe con Estados Unidos, simplemente porque una China cada vez más poderosa es la mayor amenaza para Rusia, dada su proximidad geográfica. Si Moscú y Washington forjan relaciones más estrechas debido a su miedo mutuo a China, Rusia se integrará libremente en el orden acotado liderado por Estados Unidos. Si Moscú continúa teniendo relaciones amistosas con Pekín porque teme a Estados Unidos más que a China, Rusia se integrará libremente en el orden acotado liderado por China. Es posible que Rusia intente no alinearse con ninguno de los lados y permanecer al margen. (96)
Finalmente, ¿qué pasa con Europa? Es probable que la mayoría de los países de Europa, especialmente las principales potencias, se conviertan en parte del orden acotado liderado por Estados Unidos, aunque es poco probable que desempeñen un papel militar serio en la contención de China. No tienen la capacidad de proyectar un poder militar sustancial en el este de Asia, y tienen pocas razones para adquirirlo, porque China no amenaza directamente a Europa y porque tiene más sentido que Europa le endose la responsabilidad a Estados Unidos y sus aliados asiáticos. Los políticos estadounidenses, sin embargo, querrán que los europeos estén dentro de su orden acotado por razones económicas estratégicamente relacionadas. En particular, Estados Unidos querrá evitar que los países europeos vendan tecnologías de doble uso a China y ayuden a ejercer presión económica sobre Pekín cuando sea necesario. A cambio, las fuerzas militares estadounidenses permanecerán en Europa, manteniendo viva a la OTAN y continuando su rol de pacificador en esa región. Dado que prácticamente a todos los líderes europeos les gustaría que eso sucediera, la amenaza de retirarse debería darle a Estados Unidos una influencia significativa para lograr que los europeos cooperen en el frente económico contra China.
Conclusión
Estados Unidos y sus aliados construyeron un orden formidable durante la Guerra Fría, pero no era ni internacional ni liberal. Era un orden acotado cuyo objetivo principal era librar una competencia de seguridad con un orden acotado rival dominado por la Unión Soviética. Ambos órdenes eran realistas en su esencia, no liberales ni comunistas. La llegada de la unipolaridad tras la Guerra Fría permitió que el victorioso Occidente —con Estados Unidos a la cabeza— comenzara a construir un orden internacional verdaderamente liberal. La esperanza era que actuaría como facilitador de un mundo pacífico y próspero.
Durante la década de 1990 y los primeros años del nuevo siglo, parecía que el orden liberal iba a funcionar según lo previsto y tendría una larga vida. Los defensores y los arquitectos podrían señalar muchos éxitos, al tiempo que reconocen algunos fracasos. Pero a partir de 2005, el orden comenzó a encontrar serios problemas, que se han multiplicado con el tiempo, hasta el punto de que ha comenzado a colapsar. Este resultado debería haber sido previsto, ya que el orden llevaba dentro de sí las semillas de su propia destrucción y, por lo tanto, estaba destinado a fracasar más temprano que tarde.
El intento de Estados Unidos y sus aliados de crear un orden internacional liberal enfrentó tres problemas principales. En primer lugar, requería que los Estados liberales del sistema, especialmente Estados Unidos, aplicaran una política de cambio de régimen altamente revisionista y tremendamente ambiciosa que casi con seguridad fracasaría en una era en la que el nacionalismo, con su énfasis en la soberanía y la autodeterminación, sigue siendo una fuerza notablemente poderosa. Dicha política también se vio obstaculizada por la política de equilibrio de poder tanto a nivel mundial como regional.
En segundo lugar, al impulsar la libre circulación de personas a través de las fronteras y la delegación de una autoridad sustancial en la toma de decisiones a las instituciones internacionales, el orden liberal en expansión causó importantes problemas políticos dentro de los propios Estados liberales. Los resultados a menudo chocaron con las creencias sobre la identidad nacional y la soberanía, que son muy importantes para la mayoría de los ciudadanos en los Estados nación modernos.
En tercer lugar, aunque algunas personas y países se beneficiaron de la hiperglobalización, en última instancia causó importantes problemas económicos y políticos dentro de las democracias liberales, lo que finalmente llevó a una grave erosión del apoyo al orden internacional liberal. Al mismo tiempo, el dinamismo económico que acompaña a la hiperglobalización ayudó a China a convertirse rápidamente en una gran potencia aproximadamente al mismo tiempo que Rusia se volvía a establecer como una gran potencia. Ese cambio en el equilibrio global de poder puso fin a la unipolaridad, que es un requisito previo para un orden mundial liberal.
En el mundo multipolar emergente, es probable que haya un orden internacional realista que se preocupe por administrar la economía mundial y también fomentar y mantener acuerdos de control de armas. El énfasis en ese orden estará en facilitar la cooperación interestatal. Además, es probable que haya órdenes limitados dirigidos por China y Estados Unidos que ayuden a proceder con la competencia de seguridad que seguramente surgirá entre China y sus aliados, por un lado, y Estados Unidos y sus aliados, por otro lado. Esa rivalidad tendrá dimensiones tanto económicas como militares.
¿Cómo debe actuar Estados Unidos al dejar atrás el orden internacional liberal que trabajó tan arduamente por construir? En primer lugar, debe resistir cualquier tentación de seguir intentando difundir la democracia por la fuerza en todo el planeta a través de un cambio de régimen. Debido a que Estados Unidos se verá obligado a participar en una política de equilibrio de poder con China y Rusia, su capacidad para participar en la ingeniería social en el extranjero se verá muy limitada. Sin embargo, la tentación de rehacer el mundo siempre estará ahí, porque Estados Unidos cree fervientemente en las virtudes de la democracia liberal. Pero debe resistir esa tentación, porque emprender cruzadas liberales seguramente conducirá a serios problemas.
En segundo lugar, Estados Unidos debe tratar de maximizar su influencia en las instituciones económicas que conformarán el orden internacional emergente. Hacerlo es importante para mantener una posición lo más favorable posible en la evolución de la distribución global del poder. Después de todo, el poder económico es la base del poder militar. Es imperativo para Washington no permitir que China domine esas instituciones y use la influencia resultante para ganar poder a expensas de Estados Unidos.
En tercer lugar, los políticos estadounidenses deberían asegurarse de crear un formidable orden delimitado que pueda contener la expansión china. Esa tarea exige la creación de instituciones económicas como el AcuerdoTranspacífico de Cooperación Económica y una alianza militar en Asia similar a la OTAN durante la Guerra Fría. En el proceso, Estados Unidos debería hacer todo lo posible para sacar a Rusia de la órbita de China e integrarla en el orden liderado por Estados Unidos.
En resumen, ha llegado el momento de que el establishment de la política exterior estadounidense reconozca que el orden internacional liberal fue una empresa fallida sin futuro.
Notas
(57) Defino “soberanía” como la autoridad suprema para tomar decisiones para una organización política. Creo que los soberanos pueden delegar la autoridad para tomar ciertas decisiones en instituciones internacionales sin renunciar a la autoridad suprema, que es la esencia de la soberanía. Este proceso describe lo que ha ocurrido en la Unión Europea. Los soberanos también pueden recuperar la autoridad que han delegado. Además, no creo que la soberanía sea divisible. Mis puntos de vista están tomados de Jean Bodin, On Sovereignty , trad. y ed. Julian H. Franklin (Cambridge: Cambridge University Press, 1992); Mariya Grinberg, “Unconstrained Sovereignty: Delegation of Authority and Reversibility”, Universidad de Chicago, 22 de octubre de 2018; y Carl Schmitt,Political Theology: Four Chapters on the Concept of Sovereignty, trad. y ed. George Schwab (Chicago, Ill.: University of Chicago Press, 2005).
(58) Robert Jackson, Sovereignty: Evolution of an Idea (Malden, Mass.: Polity, 2007), págs. 78–113.
(59) Jeff D. Colgan y Robert O. Keohane, “The Liberal Order Is Rigged: Fix It Now or Watch It Wither”, Foreign Affairs , vol. 96, núm. 3 (mayo/junio de 2017), pág. 42, https://www.foreignaffairs.com/articles/world/2017-04-17/liberal-order-rigged
(60) Alberto Alemanno, “Beyond Consultations: Reimagining EU Participatory Politics” (Brussels: Reshaping European Democracy project, Carnegie Europe, 5 de diciembre de 2018), https://carnegieendowment.org/files/Alemanno_EU_Politics_Dec20182.pdf
(61) Harold D. Clarke, Matthew Goodwin y Paul Whiteley, Brexit: Why Britain Voted to Leave the European Union (Nueva York: Cambridge University Press, 2017), págs. 69–72, 86, 111–115, 141, 166–170 , 173.
(62) Ibíd., pág. 141.
(63) Robert Kuttner, Can Democracy Survive Global Capitalism? (Nueva York: WW Norton, 2018), pág. 74.
(64) Secretario de Estado Michael R. Pompeo, “Restoring the Role of the Nation-State in the Liberal International Order”, discurso ante el German Marshall Fund, Bruselas, Bélgica, 4 de diciembre de 2018, https://www.state.gov/ secretaria/observaciones/2018/12/287770.htm
(65) M.D.R. Evans y Jonathan Kelley, “National Pride in the Developed World Survey Data from 24 Nations”, International Journal of Public Opinion Research , vol. 14, núm. 3 (septiembre de 2002), págs. 303–338, doi.org/10.1093/ijpor/14.3.303 ; Michael Keating y John McGarry, eds., Minority Nationalism and the Changing International Order (Nueva York: Oxford University Press, 2001); y Mitchell Young, Eric Zuelow y Andreas Sturm, Nationalism in a Global Era: The Persistence of Nations (Nueva York: Routledge, 2007).
(66) El liberalismo también tiene una importante dimensión particularista, que está más en línea con el nacionalismo y que debería disuadir a los E·stados liberales de intentar rehacer el mundo a su propia imagen. Específicamente, el liberalismo le da mucha importancia a la tolerancia, principalmente porque se basa en la sólida suposición de que es imposible llegar a un acuerdo universal sobre los primeros principios. Mearsheimer, The Great Delusion, págs. 53–54. Por lo tanto, uno podría esperar que los Estados liberales elaboren un modus vivendi con los Estados no liberales y no intenten crear un mundo poblado únicamente por democracias liberales. Sin embargo, cuando se trata de política internacional, la vertiente universalista del liberalismo tiende a triunfar sobre la vertiente particularista, lo que significa que los Estados liberales tienden a ser intolerantes con otros tipos de sistemas políticos.
(67) Clarke, Goodwin y Whiteley, Brexit , págs. 11, 23, 53, 59, 70, 102–103, 109, 113, 122–124, 166–170, 173, 205, 207–208. Aunque la inmigración y las fronteras abiertas se tratan por separado de la soberanía en el Brexit, estos temas están estrechamente vinculados. Después de todo, Gran Bretaña estaba decidida a salir de la UE para poder recuperar la autoridad sobre sus fronteras, que estaba en gran parte en manos de la UE.
(68) Ibíd., págs. 222 a 229; John B. Judis, The Nationalist Revival: Trade, Immigration, and the Revolt against Globalization (Nueva York: Columbia Global Reports, 2018), págs. 43, 95–98; y Comisión Europea, “Public Opinion in the European Union”, Standard Eurobarometer 90, otoño de 2018 (Bruselas: Comisión Europea, noviembre de 2018), págs. 12–15.
(69) La discusión posterior sobre Bretton Woods y la hiperglobalización, o lo que a veces se denomina neoliberalismo, se basa en gran medida en Dani Rodrik, The Globalization Paradox: Democracy and the Future of the World Economy (Nueva York: WW Norton, 2011). Véase también Barry Eichengreen, Globalizing Capital: A History of the International Monetary System , 2ª ed. (Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press, 2008); Kuttner, Can Democracy Survive Global Capitalism?; Dani Rodrik, Has Globalization Gone Too Far? (Washington, DC: Institute for International Economics, marzo de 1997); Dani Rodrik, One Economics, Many Recipes: Globalization, Institutions, and Economic Growth (Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press, 2017); y Joseph E. Stiglitz, Globalization and Its Discontents Revisited: Anti-Globalization in the Era of Trump (Nueva York: WW Norton, 2017).
(70) El sistema de Bretton Woods, que se negoció al final de la Segunda Guerra Mundial, se centró principalmente en establecer un orden monetario basado en tipos de cambio fijos. Ese elemento central del sistema colapsó a principios de la década de 1970, aunque los países occidentales siguieron comprometidos con la limitación de los flujos de capital y la liberalización del comercio. Rodrik se refiere a este conjunto restante de compromisos como el consenso de Bretton Woods, no como el sistema de Bretton Woods. Véase Rodrik, The Globalization Paradox, págs. 69–76, 95–101. En este artículo, el consenso de Bretton Woods se refiere a todo el período desde 1945 hasta finales de la década de 1980.
(71) John Gerard Ruggie, “International Regimes, Transactions, and Change: Embedded Liberalism in the Postwar Economic Order”, International Organization, vol. 36, núm. 2 (primavera de 1982), págs. 379–415, https://www.jstor.org/stable/2706527
(72) Rodrik, The Globalization Paradox, p. 77.
(73) Ibíd., pág. 163.
(74) La automatización también es responsable de la desaparición de un número sustancial de puestos de trabajo, aunque es difícil determinar la importancia relativa de la automatización y la subcontratación. Véase Susan N. Houseman, “Understanding the Decline of US Manufacturing Employment”, documento de trabajo 18-287 (Kalamazoo, Mich.: WE Upjohn Institute for Employment Research, junio de 2018), doi.org/10.17848/wp18-287 ; y Claire Cain Miller, “The Long-Term Jobs Killer Is Not China. It’s Automation”, New York Times , 21 de diciembre de 2016, https://www.nytimes.com/2016/12/21/upshot/the-long-term-jobs-killer-is-not-china-its-automation .html
(75) David Goodhart, The Road to Somewhere: The Populist Revolt and the Future of Politics (Londres: Hurst, 2017), págs. 147–192. Sobre los costos humanos de estas “oportunidades del mercado laboral que empeoran progresivamente”, consultar Ann Case y Angus Deaton, “Mortality and Morbidity in the 21st Century”, Brookings Papers on Economic Activity (Washington, DC: Brookings Institution, primavera de 2017), https: //www.brookings.edu/wp-content/uploads/2017/08/casetextsp17bpea.pdf
(76) Drew DeSilver, “Para la mayoría de los trabajadores estadounidenses, los salarios reales apenas se han movido en décadas” (Washington, DC: Pew Research Center, 7 de agosto de 2018), http://www.pewresearch.org/fact-tank/2018/08/07/for-most-us-workers-real-wages-have-barely-budged-for-decades; y Edward N. Wolff, “Inequality and Rising Profitability in the United States, 1947–2012”, International Review of Applied Economics, vol. 29, núm. 6 (noviembre de 2015), págs. 741–769, doi.org/10.1080/02692171.2014.956704
(77) Facundo Alvaredo et al., “World Inequality Report, 2018: Executive Summary” (Paris: World Inequality Lab, 2017), https://wir2018.wid.world/files/download/wir2018-summary-english.pdf
(78) Walter Scheidel, The Great Leveler: Violence and the History of Inequality from the Stone Age to the Twenty-first Century (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2017).
(79) Judis, The Nationalist Revival , págs. 47–80, 117–142.
(80) Carmen M. Reinhart y Kenneth S. Rogoff, This Time Is Different: Eight Centuries of Financial Folly (Princeton, NJ: Princeton University Press, 2011), pág. 155.
(81) Ibíd., págs. 95–96, 344–347; y Rodrik, The Globalization Paradox, págs. 108–109.
(82) Tooze, Crashed.
(83) Ashoka Mody, EuroTragedy: A Drama in Nine Acts (Nueva York: Oxford University Press, 2018); y Joseph E. Stiglitz, The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe (Nueva York: WW Norton, 2016).
(84) Rudi Dornbusch, “Euro Fantasies”, Foreign Affairs , vol. 75, No. 5 (septiembre/octubre de 1996), págs. 110–124, doi.org/10.2307/20047747; Martin Feldstein, “EMU and International Conflict,” Foreign Affairs , vol. 76, No. 6 (noviembre/diciembre de 1997), págs. 60–73, doi.org/10.2307/20048276 ; Josef Joffe, “The Euro: The Engine That Couldn’t”, New York Review of Books , 4 de diciembre de 1997, págs. 26–31; y Paul Krugman, “The Plight of the Hapless EMU”, Fortune , 21 de diciembre de 1998, págs. 34–36.
(85) Para conocer algunas perspectivas diferentes sobre cómo reformar el orden, véase Colgan y Keohane, “The Liberal Order Is Rigged”; Daniel Deudney y G. John Ikenberry, “Liberal World: The Resilient Order”, Foreign Affairs , vol. 97, núm. 4 (julio/agosto de 2018), págs. 16 a 24, https://www.foreignaffairs.com/articles/world/2018-06-14/liberal-world ; Mazarr, Summary of the Building a Sustainable International Order Project; y Kori Schake, America vs the West: Can the Liberal World Order Be Preserved? (Melbourne, Australia: Penguin Random House, 2018).
(86) El Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, por ejemplo, pone límites solo a los arsenales de EE. UU. y Rusia, pero no al arsenal chino, que es una de las razones por las que se ha derrumbado. El tratado tendrá que ser renegociado para incluir a los tres países. Andrew E. Kramer, “The I.N.F. Treaty, Explained”, New York Times , 23 de octubre de 2018, https://www.nytimes.com/2018/10/23/world/europe/inf-treaty-russia-united- estados-trump-nuclear.html
(87) De hecho, existe abundante evidencia de que los Estados a menudo continúan comerciando entre sí cuando están en guerra, que es la forma más intensa de competencia por la seguridad. Jack S. Levy y Katherine Barbieri, “Trading with the Enemy during Wartime”, Security Studies , vol. 13, núm. 3 (primavera de 2004), págs. 1 a 47, doi.org/10.1080/09636410490914059
(88) Michael J. Mazarr, Timothy R. Heat y Astrid Stuth Cevallos, China and the International Order (Santa Mónica, California: RAND Corporation, 2018); y Oliver Stuenkel, Post-Western World: How Emerging Powers Are Remaking Global Order (Malden, Mass.: Polity, 2016), págs. 120–180.
(89) La OMC, que probablemente sea parte del nuevo orden internacional, contiene disposiciones que permiten la competencia económica dentro de los límites de un orden acotado. Específicamente, es posible que un grupo de países establezca un acuerdo comercial preferencial que reduzca los aranceles y facilite la cooperación entre los miembros, mientras discrimina a los no miembros. El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que se analiza a continuación es un tratado de este tipo.
(90) Martin Feldstein, “Tariffs Should Target Chinese Lawlessness, Not the Trade Deficit”, Wall Street Journal , 28 de diciembre de 2018, https://www.wsj.com/articles/tariffs-should-target-chinese-lawlessness-not-the -déficit-comercial-11545955628. Véase también Derek Scissors y Daniel Blumenthal, “China Is a Dangerous Rival, and America Should Treat It Like One”, New York Times , 14 de enero de 2019, https://www.nytimes.com/2019/01/14/opinion /us-china-trade.html; y Adam Segal, “When China Rules the Web: Technology in Service of the State”, Foreign Affairs , vol. 97, núm. 5 (septiembre/octubre de 2018), págs. 10 a 18, https://www.foreignaffairs.com/articles/china/2018-08-13/when-china-rules-web
(91) Jennifer Lind, “Life in China’s Asia: What Regional Hegemony Would Look Like”, Foreign Affairs , vol. 97, núm. 2 (marzo/abril de 2018), págs. 71–82, https://www.foreignaffairs.com/articles/china/2018-02-13/life-chinas-asia
(92) David A. Lake, “Economic Openness and Great Power Competition: Lessons for China and the United States”, Chinese Journal of International Politics, vol. 11, núm. 3 (septiembre de 2018), págs. 237–270, doi.org/10.1093/cjip/poy010
(93) Véase, entre otros , Edward Luce, “The New Era of US-China Decoupling”, Financial Times , 20 de diciembre de 2018, https://www.ft.com/content/019b1856-03c0-11e9-99df-6183d3002ee1 ; Raymond Zhong y Paul Mozur, “For the U.S. and China, a Technology Cold War That’s Freezing Over”, New York Times , 23 de marzo de 2018, https://www.nytimes.com/2018/03/23/technology/trump-china-tariffs-tech-cold-war.html; Chris Uhlmann y Angus Grigg, “How the ‘Five Eyes’ Cook Up the Campaign to Kill Huawei”, Sydney Morning Herald , 13 de diciembre de 2018, https://www.smh.com.au/business/companies/how-the-five-eyes-cooked-up-the-campaign-to-kill-huawei-20181213-p50m24.html; “U.S.-China Trade Fight Risks Fragmenting Global Market, Says Beijing Ambassador”, Wall Street Journal , 26 de noviembre de 2018, https://www.wsj.com/articles/us-china-trade-fight-risks-fragmenting-global -market-says-beijings-ambassador-to-the-us-1543228321; David E. Sanger et al., “In 5G Race with China, US Pushes Allies to Fight Huawei”, New York Times , 26 de enero de 2019, https://www.nytimes.com/2019/01/26/us/ política/huawei-china-us-5g-technology.html ; y Martin Wolf, “The Challenge of One World, Two Systems”, Financial Times , 29 de enero de 2019, https://www.ft.com/content/b20a0d62-23b1-11e9-b329-c7e6ceb5ffdf
(94) La competencia económica y militar entre Gran Bretaña y Alemania antes de la Primera Guerra Mundial también es instructiva en este sentido. Véase Markus Brunnermeier, Rush Doshi y Harold James, “Beijing’s Bismarckian Ghosts: How Great Powers Compete Economically”, Washington Quarterly , vol. 41, núm. 3 (otoño de 2018), págs. 161 a 176, doi.org/10.1080/0163660X.2018.1520571
(95) Existe una pequeña posibilidad de que China no continúe con su impresionante ascenso y Rusia flaquee gravemente en las próximas décadas, mientras que Estados Unidos se vuelve cada vez más poderoso. Si eso sucediera, el sistema internacional pasaría de la multipolaridad a la unipolaridad, lo que plantea la pregunta obvia: ¿cómo sería el orden internacional, dado que el único polo sería una democracia liberal? Seguramente, algunos legisladores estadounidenses se sentirían tentados a tratar de crear otro orden internacional liberal, pero es probable que pocos aboguen por seguir las políticas ambiciosas que fracasaron tan estrepitosamente en el período posterior a la Guerra Fría. En cambio, es probable que respalden los esfuerzos para erigir un orden liberal menos ambicioso. Sin embargo, es probable que ese esfuerzo fracase y conduzca a un orden internacional agnóstico.
(96) Es poco probable que Rusia cree un orden acotado propio si se mantiene al margen, ya que no estaría librando una competencia de seguridad con ninguno de los lados. En el improbable caso de que Rusia necesite su propio orden delimitado, encabeza unas pocas instituciones regionales débiles que podrían servir de base para ese orden: la Comunidad de Estados Independientes, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la Unión Aduanera Euroasiática y la Unión Económica Euroasiática.
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